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Chefchauen, las calles azules del Rif

Azul añil tan típico de Chaouen

Quizás una de las ciudades más bellas del Norte de Marruecos, bueno siendo preciso NE, sea Chauen, Chaouen, Xauen o Chefchauen (en árabe, شفشاون). Chauen está situada en las estribaciones de las montañas del Rif, cerca de Tetuán, en las faldas de los montes de Tesuka y Megu, y su población es algo superior a los treinta y cinco mil habitantes, no dista más de ciento veinte kilómetros de la costa mediterránea. Es una ciudad antigua relativamente, fue fundada en el año 1471 y su nombre significa “dos cuernos”, en alusión a los dos montes que se hacen visibles desde la ciudad.

Entre los encantos de Chauen quizás destaque su propio origen, vinculado al exilio de Al-Andalus (hoy Andalucía), tanto de judíos-sefardíes como musulmanes, ante la llegada de las tropas de los cristianos, principalmente de la mano dura de los Reyes Católicos. Su parecido a pueblos andaluces como Vejer, Arcos o Medina es impresionante, por sus calles estrechas, el trazado irregular y las casas encaladas, aunque se diferencian de las del Norte del Estrecho en que estas más que blancas tienen un característico tono azul. También la raíz española esta motivada por su pertenencia a lo que se llamó Protectorado Español, mi tio Manolo, que ahora vive en Madrid hizo el servicio militar en esta población y me contaba de este pueblecito y de sus calles abigarradas y de que todo el mundo hablaba el español. Chauen fue una de las principales bases del ejército español, y en esta ciudad se arrió la última bandera española en 1956. Ahora todavía son muchos los que te entienden e incluso se dirigen a ti en el idioma de Cervantes.

La cal de las casas
La charla tranquila
Medina de Chaouen

Chaouen se divide en dos partes: la ciudad moderna y la medina. La medina es el corazón de la ciudad, para llegar hay que cruzar una de sus siete puertas, la principal de ellas es la puerta de Bab El Ayn. Fue considerada por siglos ciudad sagrada, no permitiendo el ingreso de extranjeros y ello la preservó de los cambios arquitectónicos de otras poblaciones cercanas, causa de que haya permanecido con pocas alteraciones respecto de su arquitectura original. La plaza de Uta Al Hamman se considera el mirador de la ciudad. Allí hay pequeños cafés en donde los turistas suelen tomar té de menta. Al otro lado de la plaza se encuentra La Kasbah, que fue construida por Moulay Ismail en el siglo XVII para defender la ciudad. Dentro de la Kasbah está el museo etnológico de Chauen que contiene una colección de arte popular del norte de Marruecos. En el punto más alto se encuentran los manantiales de Ras al-Ma. Hoy Chauen se ha abierto más al turismo, y últimamente empieza en algunos casos a ser agobiante, quizás la cercanía a Tánger y las excursiones organizadas hayan reducido el encanto de esta bella ciudad en los tiempos en que hasta a los autobuses les costaba llegar por allí. También la población se ha incrementado, precisamente por la afluencia de otras zonas de Marruecos, para dedicarse al sector emergente de la hostelería y el turismo en general. Pero merece la pena, sigue mereciendo la pena pasear, tomarse un té en Chauen y saborear sobre todo como pasa el tiempo, el tiempo en Marruecos.

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